Sam caminaba junto a su novio, su rostro mostraba que no había dejado de pensar en quién ocuparía el nuevo puesto de Anciano.
-Enana, te había dicho que dejaras eso para mañana- le recriminó Taku.
-Ya, lo sé. Pero ya deberías saber que no soy capaz de dejarlo para después.
El vampiro la pegó a ella y besó su frente de forma dulce, tras eso le sonrió y la miró a los ojos.
-Sí, lo sé bien. Eres incapaz de dejar algo para otro momento. Tus pensamientos no te dejan descansar hasta no que hagas lo que debes. Dime, amor, ¿en quién estabas pensando?
-Pues... Pensaba en mi padre o en el señor Adams. Él es el que más apoyo me ha dado en un principio.
-Sé bien que tomarás la decisión correcta, nena.
-Sí, supongo, Taku, pero no estoy muy segura de qué hacer.
-Bueno, piensa bien quién sería un mejor Anciano- se ríe.
-Es fácil de decir pero difícil de decidir.
-Yo creo que no, amor.
Sam lo miró a los ojos, admiraba la facilidad que tenía su novio para tomar decisiones importantes. Se paró y apoyó la cabeza en su hombro, cerrando los ojos.
-Bueno, a ver... -comenzó a decir la diablesa-. Mi padre ha librado innumerables batallas, saliendo siempre ileso, aunque claro... Creo que siempre ha seguido buenos consejos durante las mismas y permitió que mi abuelo me torturase durante años.
-Sí, eso no lo hace muy apropiado para el puesto- se rió Taku-. ¿Y el señor Adams?
-No lo conozco demasiado, pero siempre tiene buenos consejos y respuestas que dar. De los líderes de los clanes es la persona más sabia que hay. Pero en cuanto a las batallas, siempre ha mandado a otros en su lugar, ya que él no es muy diestro en ese terreno.
-Así que, estás entre un buen combatiente y un sabio.
-Sí, me temo que si, cari.
-Ahora piensa qué es lo que más necesita tu pueblo, amor. Si el consejo de un guerrero o de un sabio. Y creo que sabes bien cuál va a ser la elección correcta.
Sam asintió y le dio un pequeño beso en los labios, sonriendo después.
-Me da que ya has elegido.
-Así es. Pero, como el resto, conocerás mi elección mañana.
-Oye, nena, eso no es nada justo.
-Tal vez no- se rió-, pero si lo hace más divertido. Ahora vamos, voy a enseñarte un poco más mi viejo hogar.
Los dos caminaron juntos por el nuevo infierno. Sam le iba mostrando los diferentes lugares a los que antaño le gustaba visitar.