Hoy, por primera vez, voy a escribir sin hacerlo primero en sucio, sin corregir. Voy a escribir tal cual me siento en este momento, que es sumamente cabreada. Es algo que no me gusta hacer, porque siempre en frío se razona mejor, pero es que esta vez no puedo.
Hace más de un año que a nivel mundial vivimos encerrados y con miedo a este virus procedente de un animal, que, desgraciadamente para muchísimas personas (mi más sincero pésame y apoyo a todas esas familias que han perdido a alguien) ha resultado ser mortal o, en caso algo menos grave les ha dejado secuelas que le van a complicar el resto de su vida.
Pero hoy no vengo a hablar de esas víctimas. No, de lo que quiero hablar es del egoísmo de los que se ríen de los demás, de los que están haciendo lo que les da la gana, sin pensar en sus consecuencias y, por consiguiente, empeorando la situación.
A día de hoy, debido a los cierres que hay, llevo más de 5 meses sin ver a mi pareja. Sé bien que otros pueden llevar más sin ver a sus respectivas parejas, lo entiendo mejor que nadie. Lo que me duele no es el hecho de estar a más de 3000 km de distancia, que también, sino el motivo por el cual no podemos estar juntos. Si fuera por motivos de trabajo lo llevaría mejor. Lo que me duele y cabrea es que sea por una pandemia y que, por culpa de unos cuantos irresponsables, la situación no vaya a mejor.
Estoy cansada de ver fotos en redes sociales de personas que fardan de estar en otras comunidades autónomas o en otros países de vacaciones, cuando, por ley, está completamente prohibido. Y ahí las están, como diciéndote "mírate tú, pringado, cumpliendo las normas, mientras yo disfruto y me río en tu cara". Fardando de haber conseguido burlar los controles fronterizos, esos que solo pretenden que el virus no se expanda más.
A lo largo de este año me ha quedado claro que mi país, es un país de personas insolidarias, que solo piensan en sí mismas, en vivir el momento, sin pensar en que, sacrificándose todos un tiempo, en nada podríamos estar controlados y viviendo con normalidad, como en Australia. No quiero generalizar, sé de sobra que hay personas con dos dedos de frente que hacen lo que debe, y a ellas, les doy las gracias por facilitar las cosas a los sanitarios y a salud grupal.
Estoy cansada de ver noticias de fiestas ilegales. De jóvenes que tiene miedo de perder un fin de semana de "diversión", sin ver que es mejor perder un par de días que el resto de sus vidas. Son personas a las que les da igual contagiarse, porque por ser jóvenes se creen inmunes. No piensan que ellos pueden ser portadores sin presentar síntomas, que ellos mismos pueden causar que la enfermedad les llegue a ese familiar suyo que está cumpliendo con lo que hay que hacer.
Pero también está el caso de las personas mayores. De las que piensan que debido a su edad, son intocables, que las leyes no van con ellos. De esas que salen sin mascarilla (obviamente hablo de las personas que sí pueden usarla, no de esas que por problemas respiratorios o lo que sea, no pueden usarla), se juntan a jugar a las cartas en casa de Fulanito sin cuidado, superando el límite de personas que está permitido y sin medida alguna.
Bueno, y por supuesto a los fumadores. En mi comunidad autónoma está prohibido fumar en el exterior desde hace muchos. Pero a estos les da igual, lo siguen haciendo, sin reparo, sin importarles que el humo le vaya a la cara a otra persona. Siempre me ha parecido asqueroso eso, pero ahora aun más por motivos sanitarios. El Covid es un virus que se transmite por el aire. Parece que a esta gente le da igual contagiar a otros o contagiarse ellos mismos por ir fumando.
Y por último, por supuesto, están esas personas que ni quieren usar mascarilla, sintiéndose superiores por desafiar la ley o pensar que el virus no existe. O bueno, llevarla mal puesta o solo ponerla cuando ven acercarse a un agente de la ley.
La situación en la que estamos no es otra que la causa de haber hecho lo que nos ha venido en gana en los momentos en los que se nos ha dado más libertad. De ser un país con conciencia social, aun sin haber leyes tan restrictivas, los ciudadanos se comportarían de una forma más lógica ante la situación en la que nos encontramos y estarías bien desde hace muchos meses.
Sin embargo, sí cabe decir que, por suerte, a pesar de las miles de personas irresponsables, que hay muchas que cumplen con todo y ya no solo por ellos, sino por la salud de los demás. A ellos, les doy las gracias. A los irresponsables, con todo el respeto, me dais vergüenza y asco. No le deseo el mal a nadie, pero sois los que más o lo merecéis y no ese pobre médico que se contagió por curar a tantos enfermos.
Un saludo,
Samy Night.