Ese chico nuevo era el que era mi "primo", el adolescente que habían adoptado mis tíos. Un joven indio, de piel, pelo y ojos oscuros. No podía ser real, pero lo era, tanto como el corte que aún tenía en el pecho.
-¡Eh! ¡Nuevo! Siéntate con nosotras- miré a mi amiga, le había ofrecido sentarse con nosotras y él había aceptado. Se sentó detrás de nosotras- Yo soy Carla y esta es mi Diana, pero la llamamos mona. Y ellas dos Amanda y Jane. ¿Tú cómo te llamas?
-Yo me llamo Alfred Encantado. Me acabo de mudar a esta ciudad con mis padres.
Ignoré la charla que ambos tenían, mi mente daba vueltas. No sabía qué sentido tendía nada de lo que estaba ocurriendo. ¿Cómo había pasado de ser adulta a otra vez una adolescente?
Cuando llegamos al instituto bajé de última, para no tener que cruzarme con Alfred, pero el me estaba esperando con su típica sonrisa irónica. Cuando me acerqué a él me agarró del brazo y me llevó a un lugar apartado.
-Venga, Mona, no me digas que no te alegras de verme. Si sé que me adoras.
-¡¿Qué ha pasado?!
-Que te has equivocado y tienes que volver a empezar. No me gusta que la gente juegue mal, te doy una segunda oportunidad porque te he cogido cariño.
-¡Me mataste!
-Baja la voz,
primita, no creo que quieras que te tomen por loca en tu colegio, ¿verdad?- se rió de una forma un tanto siniestra-. Yo no te maté, lo hiciste tú misma...