El Anciano Evans comenzó a reirse.
-¿¡Cómo osa culparme a mi?! A uno de los Ancianos, protectores de esta sociedad. ¡Qué desfachatez!
Taku sonrió de lado, mientras movía tranquilamente su cola cola negra.
-Para ser un Anciano, se ha olvidado de algo muy importante, un descuido tan grave que le ha costado ser descubierto.- Hizo un breve pausa, en la cual fijó su mirada en la del demonio- Verá, se le ha olvidado asesinar, acabar, llámelo como guste, al guardián de la puerta del Viejo Infierno que sobornó para que dejara escapar al demonio que intentó acabar con la vida de mi novia.
-¿Eso es cierto, señor Arai?- Preguntó el líder del clan Adams.
-¿Por qué iba a mentir en algo así?- Taku sonrió al responderle.
-¡Es obvio que quiere deshacerse de mi, pues no deseo que la estúpida de la mestiza sea la líder de los demonios! Belcebú no lo permitiría.
-Veo que no ha estado demasiado atento a la historia que mi hija nos ha contado en la anterior reunión- le espetó el señor Night.
El rostro del Anciano comenzó a reflejar la ira que sentía. Miró con odio a todos los asistentes a esa reunión, pero en quién más clavó la mirada fue en la joven mestiza. La risa que sonó de sus labios reflejaba todo el mal que recorría sus venas y, una tétrica sonrisa se dibujó en su rostro. En apenas unos segundos se abalanzó sobre Sam, rodeando el cuello de la chica con sus manos.
-¡Te mataré! ¡Acabaré contigo y con esta farsa!
Los ojos de Sam se abrieron de par a par, sin poder quitarse de encima a aquel hombre que intentaba ahogarla. Otro de los Ancianos, usando su poder, pegó al hombre contra la pared.
-Con esto nos ha dejado claro su culpabilidad. Creo que no es necesario un juicio. Conoce las reglas. Su destino es el Viejo Infierno. ¡Guardias, llévenselo!
-¡Oh, querida! ¿Se encuentra bien?- El señor Adams se acercó a Sam, quien estaba entre los brazos de Taku.
-Si, sí, no se preocupe, mon señor.
-No sabe cuánto me alegro de que no le haya sucedido nada malo.
Taku posó sus labios sobre la frente de su novia, cariñoso y miró con odio al resto de los presentes.
-Menuda mierda de seguridad tenéis aquí. No solo dejan que un demonio se escape, sino que permitís que un viejo loco sea uno de los Venerables Ancianos.
-Disculpe señor Arai, pero la elección de los Ancianos es realizada por el líder de los demonios. Se supone que los elije en función de sus conocimientos y respeto por nuestra sociedad- le explicó uno de los Ancianos.
-Entonces, ¿yo he de ser quién elija al nuevo Anciano, Venerable Bas?
-Así es, jovencita. Tómese su tiempo. Solo recuerde que ha de ser uno de los líderes de Clan.
Sam asintió y salió junto a Taku.
-Vaya, pues... No se me ocurre nadie que pueda encargarse de ello.
-Bueno amor -Taku la pegó a ella y le acarició el rostro-. Deja eso para mañana, ahora tienes la mente saturada y debes descansar.
-Lo sé mi vida- le sonrió y lo besó con delicadeza.
Mi pequeño lugar seguro en donde dejo volar mi imaginación con diferentes historias y en el que escribo lo que siento.
miércoles, 14 de febrero de 2018
sábado, 10 de febrero de 2018
III: Conociendo a todos
Sin apenas tiempo a cerrar la puerta del despacho del jefe, alguien tiró de mi brazo, intentando llamar mi atención.
-Ven, te voy a presentar al resto. Porque comerás con nosotros, ¿verdad? Ya verás, somos una piña. Te caerán bien. - Mateo hablaba de seguido, sin dejarme intervenir en ningún momento para responderle.
El chico me condujo hacia un amplio comedor, donde había 4 personas sentadas alrededor de una mesa. Todas ellas llevaban una camiseta con el logo de la empresa en el pecho y un nombre y la palabra monitor en la espalda, grabadas en la tela.
-Chicos, os presento a Nico, el chico nuevo.
-Encantada, soy Natalia.
-Y yo Sandra.
-Yo soy Miguel.
-Y yo soy Verónica.
Los miré uno a uno, quedándome bien con sus caras. Natalia era morena con ojos marrones, no demasiado alta. Sandra era la más alta, también de ojos marrones y pelo castaño. Verónica, oh, ella era la más atractiva, también puede ser porque siempre me han ido más las pelirrojas de ojos verdes. Y por último, Miguel, era rubio de ojos casi negros, no tan musculado como Mateo, pero no se quedaba atrás con buen cuerpo.
-Encantado -les dediqué mi mejor sonrisa, encantador y quizás, algo seductor, no podía evitarlo, me salía solo.
Me senté entre Vero y Mateo tras coger una bandeja con algo de comida. La conversación se centró en mi. Querían saber lo básico, de dónde venía, qué me gustaba, cómo acabé aquí..., y todas esas cosas.
Tras una larga comida, en que la mayor parte del tiempo hablábamos en lugar de comer, me llevaron a conocer bien las zonas de la empresa y me explicaron que haría a partir del día siguiente. El trabajo no iba a resultar difícil, pues todo el deporte me encantaba. Mis compañeros me habían agradado. Sin duda, lo pasaría genial en este nuevo. Por una vez, tenía ganas de empezar a trabajar al día siguiente.
-Ven, te voy a presentar al resto. Porque comerás con nosotros, ¿verdad? Ya verás, somos una piña. Te caerán bien. - Mateo hablaba de seguido, sin dejarme intervenir en ningún momento para responderle.
El chico me condujo hacia un amplio comedor, donde había 4 personas sentadas alrededor de una mesa. Todas ellas llevaban una camiseta con el logo de la empresa en el pecho y un nombre y la palabra monitor en la espalda, grabadas en la tela.
-Chicos, os presento a Nico, el chico nuevo.
-Encantada, soy Natalia.
-Y yo Sandra.
-Yo soy Miguel.
-Y yo soy Verónica.
Los miré uno a uno, quedándome bien con sus caras. Natalia era morena con ojos marrones, no demasiado alta. Sandra era la más alta, también de ojos marrones y pelo castaño. Verónica, oh, ella era la más atractiva, también puede ser porque siempre me han ido más las pelirrojas de ojos verdes. Y por último, Miguel, era rubio de ojos casi negros, no tan musculado como Mateo, pero no se quedaba atrás con buen cuerpo.
-Encantado -les dediqué mi mejor sonrisa, encantador y quizás, algo seductor, no podía evitarlo, me salía solo.
Me senté entre Vero y Mateo tras coger una bandeja con algo de comida. La conversación se centró en mi. Querían saber lo básico, de dónde venía, qué me gustaba, cómo acabé aquí..., y todas esas cosas.
Tras una larga comida, en que la mayor parte del tiempo hablábamos en lugar de comer, me llevaron a conocer bien las zonas de la empresa y me explicaron que haría a partir del día siguiente. El trabajo no iba a resultar difícil, pues todo el deporte me encantaba. Mis compañeros me habían agradado. Sin duda, lo pasaría genial en este nuevo. Por una vez, tenía ganas de empezar a trabajar al día siguiente.
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