A pesar de ser gallega, soy de una zona con un acento suave, lo que me ha causado oír mil veces la frase de "¿cómo as a ser gallega si no tienes acento?". Sobra decir que en cada comunidad autónoma hay varios acentos, dependiendo de la zona en la que estés. No, no tengo ese característico acento de A Coruña, por eso no tengo ese característico acento gallego que usan en la televisión para imitarnos. Yo soy de una zona costera del Sur de Pontevedra. Entre nosotros decimos que ellos hablan como si fueran del monte (de una forma algo bruta), y de nosotros dicen que hablamos cantando (de una forma más cantarina).
Mi acento ligero hace que otros más marcados se me peguen con facilidad. Eso es lo que se me pasó al poco de mudarme a Canarias. Pero también recupero pronto mi acento natal al volver a casa.
No solo me pasa al irme a otra zona, sino que adapto mi forma de hablar, sin darme cuenta, según el tono o acento que tiene mi interlocutor. Lo que me provoca las burlas de algunos por cambiar tan drásticamente mi forma de hablar.
No sé porqué, pero me pasa siempre. No puedo controlarlo ni tampoco me molesta. Solo creo que tengo una adaptación rápida a otras culturas, sobre todo con su forma de hablar.
Aunque es lógico que se pierda un acepto suave, cambiándose poco a poco por otro más fuerte.
Quizás, si fuera de otra zona de Galicia, mi acento no se vería tan afectado. Como le suelen ocurrir a la mayoría de los latinos que llevan parte de su vida en España, que da igual el tiempo que pase, no suelen perder su acento original.
Lo que sé, es que, aunque pierda mi acento, nunca voy a olvidar mis raíces, ni mi cultura. No lo hice la primera vez, ni lo haré de nuevo. Estoy orgullosa de mi lugar de nacimiento y no por dejarlo, me voy a olvidar.
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