Si, me habló al llegar al parque, pero no me gustó lo que dijo. Decía cosas extrañas, hablaba sin coherencia. Me asusté. Tiritaba, más por frío que por miedo. Le empezó a salir espuma por la boca. Los ojos, se le pusieron negros y la carne comenzó a desgarrarse. De las heridas salían plumas.
Para que podáis imaginarlo... pensad en una peli de hombres lobo, pues Alfred estaba transmutando en un pájaro gigante.
Pico, plumas, garras... todo era negro. Se había transformado por completo en... ¿un cuervo? En ese momento recordé. Estaba en su juego desde el principio. Todo tenía sentido ahora. El cuervo...
-Al... Alfred- dije dubitativa- ¿estás ahí?
-Diana... CORRE!
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