Otro cadáver más... Ya van cinco... Sé que podría haber evitado sus muertes, pero decidí un simple espectador. ¿Y qué iba a pensar si les decía cómo y dónde iban a morir? ¡No me creerían y me tomarían por un loco! Y es normal... Pues empiezo a pensar que realmente lo estoy, sino, ¿cómo podía saber cómo iban a morir todas y cada una de esas personas?
El frío vuelve a recorrer mi cuerpo, y utilizando la frase de aquella famosa serie, se acerca el invierno. Sí, el invierno se acerca, pero no la estación, pues ya estamos finalizando la primavera. No sabría cómo explicarlo. Es... Como... Como un sentimiento, ¡no!, como un presentimiento de que algo iba a pasar. ¡Agh! Mejor olvidarlo.
Saco otro cigarrillo de la cajetilla que llevaba en el bolsillo de la chaqueta. Lo enciendo y, llevándomelo a la boca, lo fumo lentamente. Era el tercero de la mañana, normal, había sido una mañana muy estresante. Lo apago en el cenicero de mi mesa. Disfruto de la última calada y suelto el humo con calma, impidiendo que salga todo de una sola vez y observo como este cubre toda la habitación.
Abro la carpeta. Leo la información. ¿Para qué leer si ya conocía todo de antemano? Tiro la carpeta hacia el otro extremo de la mesa, lo más alejada de mi que fuera posible, ya que no era de gran tamaño. Gruño y me pongo en pie. Era hora de resolver el asesinato que esta vez yo había cometido. Ya me había cansado de ser el simple espectador que sabía como iban a morir aquellas otras personas, esta vez quería ser yo quien disfrutara haciéndolo y no sólo viéndolo...
Sí, me había vuelto completamente loco.
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