¿Y de que quería hablar este ahora?- pensé para mi.
- Diana, como supongo que ya sabrás no soy un humano corriente. Ni siquiera soy humano. Soy descendiente directo del dios indio conocido como "El Embaucador".
-Venga ya, y yo soy "Directioner" perdida- un dios... ¡anda ya primo!
-Mona, hazme caso.
-Que no me lo trago Alfred, mira, no se que vi cuando te transformaste en cuervo o cuando creía que viajaba en el tiempo. Simplemente nada de esto puede estar pasando...
-Si así lo quieres Mona, no te volverás a acordar de mi. Considera esta conversación la última que tenemos.
Dicho esto me dirigí a casa. Empezaba a anochecer. El cielo estaba despejado y se podía ver una luna llena que, allá a lo lejos, esconde muchas historias de cientos de culturas.
Al llegar a casa voy a mi cuarto, no tenía ganas de cenar. Me acuesto como de costumbre y busco el collar. Ya no estaba. Río para mis adentros pensando que todo había sido falso. Apago la luz y me pongo a dormir, mañana había clase. O no...
Justo cuando cierro los ojos se escucha un ruido de vajilla rompiéndose. Mi madre grita, un grito fugaz. Rápidamente salgo de cama y bajo las escaleras para ver que ocurría. Allí estaba el. Allí estaba mi madre, sobre un charco de sangre.
-Dije que me olvidarías, no dije como- me mira. Sus ojos estaban negros. Sentí miedo y me desmallé.
-Wow Diana, que historia, impresionante. Pero... ¿Que tiene eso que ver con Alcohólicos Anónimos?
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