A pesar de ya haber estado lejos de mi ciudad natal y estar acostumbrada a no ver siempre a miembros de mi familia (como era el caso de mi padre, pues era marinero y se pasaba meses fuera de casa) es la primera vez que siento esta tristeza, esa melancolía y esas ganas de verlos que nunca sentí. Esa bella palabra gallega es la que ahora mejor define lo qué siento. Morriña... Creo que ahora ya sé lo que es.
Esta inesperada situación, la provocada por esta ya famosa pandemia, es le que me causa esta angustia, por primera vez en mi vida no sé cuándo volveré a ver a mi familia, por primera vez siento lo que es verdaderamente un lugar y, otra vez, lo que es echar de menos a alguien (ya acostumbrada, en parte, por mi relación a distancia).
Tengo ganas de abrir la persiana y ver el mar, tengo ganas de oler el cálido aroma de la naturaleza verde que me rodeaba, tengo ganas de salir con mi pequeño grupo de amigos, tengo ganas de recorrer esas calles que me sé de memoria. Hasta ahora no me preocupa eso, porque sabía que podía volver cuando quisiese, pero ahora... Me siento confusa y con una extraña necesidad de ver lo conocido de nuevo. De estar más cerca de los míos.
Vivo bien donde estoy, pero la morriña me ha golpeado de lleno y recuerdo tantas cosas que he vivido en mi viejo hogar. Quiero volver, pero no para siempre.
Morriña, nunca te había sentido y no me gusta estar así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario