Días y días sin saber que hacer, repitiendo una monótona y aburrida rutina. Días y días sin poder dormir bien, pasando los minutos y las horas mirando el techo, donde la mirada, ya cansada, empieza a crear extraños juegos de luces y sombras. Notar el cansancio en el cuerpo pero no poder restablecer el sueño normal. Cansancio, al fin y al cabo, de no poder variar lo que hacer. Esa pesadez de los ojos que provoca que se cierren, pero no llegar a conciliar ese deseado sueño. Ánimos que se ven crispados por la falta del tan necesario descanso. Dolor de partes del cuerpo que ni sabía que tenía, el cuerpo se resiente, él también está casando. Dolores de cabeza que no llegan a cesar, ¿cómo hacerlo si esta no deja de trabajar? Resoplar como única respuesta al problema, aunque no sirva de solución. Sonreír, como siempre, para que no se note tanto el malestar, puede que funcione o, simplemente, aumente el cansancio.
Momentos en los que, lo único que se hace, ya completamente aburrida, es intentar liberar la mente de lo que la llena sin motivo. Intentar que el aburrimiento se vaya, aunque solo sea por un mínimo instante. Teclear sin rumbo por un teclado apenas usado, al final lo mejor sale cuando no se piensa, o eso creo yo. Igual es que el cansancio no me deja que lo haga como debiera. Tampoco importa mucho, al menos me entretengo.
Insomnio y aburrimiento, tan unidos tantas y tantas veces... ¿Qué se puede hacer cuando una se aburre y no puede dormir? No lo sé, no lo sé, aunque me gustaría saberlo. Hay cosas que quisiera hacer, pero por las horas que son no se puede. No ahora, sino todas esas noches en las que mirar el techo es el único entretenimiento. Nunca se sabe cuándo se puede abrir un agujero a otra realidad en algún punto sobre nuestras cabezas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario