lunes, 16 de junio de 2014

2: Desesperado

Era raro, pero hacía horas que no veía a su chica. No contestaba al teléfono, ni estaba en ninguno de sus lugares preferidos. Empezaba a preocuparse por ella. La necesitaba a su lado.
Ella era la única que conseguía tranquilizarlo y apartar de él su lado más sádico y asesino. Con su pequeña todo era mucho más sencillo y calmado. No podía estar ni un sólo segundo más sin ella. Tenía que buscarla y pensar dónde podía estar.
Nadie la había visto en las últimas horas, era todo muy extraño... No podía haber desaparecido así como así, ya que no podía salir de la academia sin permiso y si lo hacía, que normalmente lo hacía, era acompañada por él. Este asunto no le gustaba nada... Tenía que encontrarla cuanto antes.
Las horas seguía pasando, pero, en cambio, seguía sin saber nada acerca de su novia. Eso lo empezaba a desesperar y aún por encima, tenía hambre. Necesitaba probar un poco de su deliciosa sangre. Odiaba esa época, su hambre aumentaba por momentos y necesitaba beber más que nunca, por no hablar de su pérdida de conocimiento, nunca se acordaba de lo que hacía durante esos días, aunque siempre le decían que se volvía más peligroso de lo que ya era y tenía sentido, ya que su familiar siempre estaba destrozada física y mentalmente cuando el recobraba el conocimiento y control de su propio cuerpo. Pero, aún así, nadie le decía que hacía durante esa época, aunque tenía curiosidad, en ocasiones era mejor no saber.
Pasa su mano por el pelo, despeinándose, ya no podía más. No le quedaba otra que preguntarle a su madre por ella. Esperaba que ella no la hubiera tocado. No soportaba a su madre y menos aún cuando intentaba separarlos. Odiaba a su diablilla y no sabía por qué y eso lo cabreaba aún más.
Se dirigía hacia el despecho de su madre. Ya en frente de la puerta del mismo, aún sin llamar, escuchaba voces en el interior.
-¿Cómo le va a la señorita Night ahí abajo?- la voz de su madre sonaba dura, aunque parecía disfrutar con ese tema.
-Aún grita de vez en cuando, pero por lo general está callada.
-Perfecto. Pero mi hijo jamás debe enterarse de ello. Le haré saber que su amada demonio lo ha abandonado y ha decidido prescindir de él y de sus estudios en esta institución- tras ello, empezó a reírse, lo que aumentaba el enfado de su hijo.
-Él no es tan estúpido como para creerse eso, Directora.
-Él creerá lo que yo le diga. No puedo permitir que ellos dos sigan juntos y menos cuando esos días se acercan- su voz sonaba más dura y fría que antes-. Si es necesario, matarla.
La puerta se abrió de golpe. El joven vampiro entró por ella, sus ojos eran del color de la sangre. Su madre, tragó saliva, sabía que de allí, no podría salir nada bueno...

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