jueves, 6 de agosto de 2015

o) Toda historia, tiene un final

El viaje hacia la mansión de los Arai les llevó más tiempo del esperado, la residencia familiar estaba más lejos de la Academia de lo que pensaban, los caminos estaban en peor estado del esperado y, para colmo, aunque eso ya se lo habían imaginado, el lugar estaba plagado de vampiros.
Tras un par de días de viaje, llegaron al lugar deseado. La mansión, de lejos, tenía un aspecto viejo y descuidado, como si nadie viviese allí desde hace años aunque, gracias a la información de Shana, sabían que eso no era así.
El joven miró a su novia, que volvía a estar con su aspecto animal, un hermoso tigre. Le besó la cabeza y le sonrió.
-Espérame aquí, Iris, sabes que solo hay bebida para uno.
-Está bien, pero ten mucho cuidado. No sabemos cómo reaccionará Taku- le advirtió ella.
-Tendré cuidado, no te preocupes.
Tras darle otro pequeño beso en la cabeza, abrió del pequeño botecito que le había dado Shana. Tras beberlo todo, su cara reflejó el amargo y para nada agradable sabor de aquella poción.
Sonriéndole a su chica, comenzó a dirigirse hacia la vivienda de los Arai, al ir acercándose, su aspecto iba cambiado a uno más cuidado y nuevo, mostrando la realidad del lugar: que en aquella enorme casa vivían gente.
Al llegar a la puerta, llamó golpeándola con los nudillos. Esperó un rato y al no obtener respuesta, volvió a probar. Mientras esperaba a que alguien le abriera, tragó saliva, estaba muy nervioso y bastante asustado. Sintió que unos pasos se acercaban y al poco, la puerta se abrió.
-¿Quién eres?- Preguntó un joven de piel blanca, ojos azules y un cabello negro y despeinado.
-Eh... ¿Está Samantha?- Preguntó Hermi sin levantar la vista del suelo.
-Claro... ¡Sam! ¡Preguntan por ti!
La chica bajó correteando las escaleras. Ella también presentaba el cabello revuelto. Sam se quedó quieta al ver la persona que estaba en la puerta.
-Hermi, pero... ¿Qué haces aquí?- Preguntó ella sorprendida ante la presencia de su antiguo compañero de clase.
-¿Hermi? ¿Quién es Hermi?- Preguntó Taku algo molesto.
-Es un chico que tu madre me había enviado para matarme hace cosa de un año- respondió ella.
-¡¿Cómo?! ¿Cómo es que no me has dijiste nada al respeto?
-Porque sigo viva, no quería preocuparte y quería evitar que te pusieras como estás ahora.
Taku miró al chico con odio. No le gustaba la idea de tener tan cerca a una persona que había intentado hacer daño a su novia.
-¿Y qué cojones haces tú aquí?
-Verás... Yo... Quería...- El chico tragó saliva, le costaba mucho hablar delante de Taku. No sabía cómo es que aún no lo había atacado.
-¿Querías?- Insistió el vampiro con voz dura.
Hermi, sin ser capaz de dar explicaciones, le entregó la carta que había escrito.
-Ahí lo explico todo... Lo que quiere tu madre, Arai.
El joven quería irse, pero era incapaz de moverse, el miedo recorría sus venas. Sam lo miró, su mirada ya no era dulce, sino dura y parecía bastante cabreada.
-Vete- fue lo único que dijo.
Hermi salió corriendo y se reunió con Iris que, al verlo, tomó su aspecto humano y besó a su pareja. Él correspondió, pegándola a él. El beso duró varios segundos más.
-No te ha matado...
-No... Pero es mejor que nos vayamos. Dudo que no quiera venir a por mi.
La chica, sonriente, cogió a Hermi de la mano y juntos, volvieron a la casa de Iris, donde les esperaba un futuro juntos. Un futuro tranquilo y sin tener noticias de la joven pareja a la que habían entregado aquella carta.


                                                            FIN

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