Al principio del camino una enorme silueta negra les impedía el paso a los chicos. Se trataba de un demonio de gran estatura y cuerpo musculado con una larga y fina cola que movía de forma intimidatoria.
La mirada de Sam estaba clavada en el enorme demonio que les impedía el paso. Ella sabía perfectamente quién era aquel ser ya que, cuando la demonio era más joven, éste la había intentado matar.
-Sam, deja que yo me encargue de eso- dijo Taku mientras se empezaba a adelantar, pero no puedo hacerlo mucho más porque su novia lo detuvo.
-No amor. Es cosa mía. Está aquí por mi.
-No te pienso dejar luchar a ese demonio, ¡es enorme!
-Ya... Pero no me queda más remedio que hacerlo. Es un ataque claro de los Ancianos.
Sin darle tiempo a replicar, Sam salió corriendo hacia el demonio mientras invocaba a su vieja espada.
-¡Inútil!- Gritó la espalda- ¿Ahora te acuerdas de mi? ¿Ya te ha cansado de tenerme encerrado en ese armario?
-¡Cállate Slayer!- Le gritó Sam.
Al llegar a la altura de aquel ser, este se empezó a reír al ver el pequeño tamaño de su oponente, a su vista no era más que una simple niña. La chica, cabreada ante aquel gesto, gruñó.
El demonio intentó agarrar a Sam pero esta esquivó el lento movimiento del gigante con un leve movimiento hacia su izquierda. La joven examinaba a su enemigo mientras se defendía de los ataques. Riéndose, decidió cortarle la cola al demonio y girando sobre este para quedar a la espalda del mismo, movió de forma rápida a Slayer y, de un solo corte, consiguió separar la cola del cuerpo de su enemigo y sonrió satisfecha, pues creía que así lograría que su enemigo perdiera el equilibrio y le costaría atacarla. Desgraciadamente, lo único que ocurrió fue que el enorme brazo del demonio la lanzó lejos mientras se reía.
-¿Qué pretendías con eso? ¿Que perdiera el equilibrio? ¡Qué patética!- Se rió este mientras agarra a Sam y la tiraba de nuevo, pero esta vez hacia el suelo y con gran fuerza.
Gruñendo, la joven se empezó a incorporar poco a poco, estaba vez sus ojos eran de un intenso color morado oscuro y en su cuerpo había surgido una fina cola negra, pues había tomado su aspecto de demonio completo. Se empezó a reír fuertemente y empezó a atacar a su enemigo de forma constante y mortífera. Sus ataques eran parados por el enorme demonio.
La pelea prosiguió durante varios minutos más. Sam no se cansaba y sus ataques eran cada vez más fuertes, en cambio, los del enemigo eran cada vez más torpes y, finalmente, apenas se dedicaba a defenderse de los constantes ataques de la espada de Sam. Con un último movimiento, rápido, fuerte y preciso, Sam decapitó al demonio y se dejó caer al lado de este.
-¡Joder Sam! ¡Ha sido increíble!- La felicitó Taku una vez llegó a la altura de la chica- No peleabas así en la academia ni contra mi.
- Porque en aquellos casos no estaba mi vida en peligro, amor.
Él, sonriendo, la abrazó y le besó la cabeza.
-¿Quién lo ha mandado?
-Es obvio que han sido los Ancianos, ya te lo dije. Lo peor... Es que es un demonio muy peligroso que se encontraba en el Viejo Infierno. Lo han liberado.
-¿Cómo que Viejo Infierno?- Preguntó confuso Taku.
-Eso, ya sabes que está el Viejo y el Nuevo Infierno.
-Sí, eso lo sé. Pero que yo sepa no se puede salir.
-No, no se puede, para eso están los guardias. Nadie puede entrar ni salir si no es alguien de un alto cargo, como yo. Lo han tenido que invocar.
-Joder... ¿Y ahora qué?
-Ahora... -contestó la chica con una sonrisa traviesa en los labios-. Voy a enviarles un regalito a esos hijos de puta de los Ancianos.
Dicho esto, puso sus manos sobre la cabeza del enemigo muerto y la hizo desaparecer, al igual que el resto del cuerpo.
-¿Qué has hecho?- Quiso saber Taku.
-Enviarles el cuerpo muerte de su querido demonio a la mesa de reuniones de los Ancianos, les va a encantar encontrárselo.
Riéndose, Taku abrazó y besó a su novia.
-Anda, enana, volvamos a casa.
Ella asintió y cogiendo a su novio de la mano, volvieron hacia su casa donde los esperaban sus familiares.
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