-Así que uno de nosotros ha intentado asesinar a la señorita Night- dijo uno de los Ancianos- y, según usted, señor Arai, solo porque la considere una amenaza directa hacia el orden actual de nuestra especie.
-Exacto- afirmó Taku-. Solamente uno de ustedes ha podido ser el culpable.
-¿Cómo está tan seguro?- Preguntó otro de los tres Ancianos.
-Es obvio. Solo los aquí presentes tiene el suficiente poder como para lograr soltar a un demonio del viejo y únicamente ustedes conocían las intenciones de la señorita Night.
Sam los miró a todos, en busca de alguna pista corporal que le indicara cuál de aquellos demonios había sido el que intentara hacía menos de una hora asesinarla. Ninguno de los líderes o Ancianos mostraba el mínimo signo de nerviosismo o culpabilidad, nada la ayudaba a ver quién la quería ver muerta.
Taku seguía tranquilo mientras caminaba sobre la mesa, observando detenidamente a todos y cada uno de los miembros de la reunión, mas él tampoco encontró ningún signo que lo ayudase a encontrar al culpable.
-"Cariño, ¿sabes cómo dar con el culpable?"- Le preguntó Sam de forma mental, para que solo él la pudiera escuchar.
-"Por desgracia no amor. El demonio que asesinaste apestaba a demasiados demonios, pero ninguno corresponde con los que hay aquí, aparte de que parecen todos muy tranquilos. Pero sé que ha sido uno de ellos".
-Ciertamente, señorita- dijo el último de los Ancianos-. Ha creado mucho revuelo tras la reunión y, a pesar de sus buenas ideas, muchos de los demonios están en contra de todo lo que predica. Bien sabe lo agresiva que es nuestra raza, no obstante, intentar asesinarla me parece una forma extrema de intentar frenarla. No sé quién ha podido ser, pero puede contar con este viejo anciano para aceptar el castigo que decida para el culpable.
-Gracias, Venerable Anciano- le sonrió Sam. Aquel Anciano había protegido a la mestiza desde que era pequeña, al igual que lo había hecho el mayor de todos los líderes, el señor Dòminie.
-¿Y cómo sabremos quién ha intentado atacar a mi hija?- Preguntó el señor Arai.
-Bien, creo que es obvio saber cómo saber quién es el culpable- respondió Sam, sonriendo de lado tras ocurrirsele una idea.
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