El cuerpo, cadáver o como quieras, llamarlo era atroz... El tronco y cabeza eran los de un crío. Posiblemente un bebé. Solo un animal sería capaz de hacer aquello. Pero eso no era todo. Perfectamente unidas a él, como si siempre estuviesen, había otras partes. Como brazos tenía unas amplias alas, como de buitre. Por piernas tenía las patas de un caballo, pequeñas, como de poni. Ya por último y lo que me produjo miedo. No tenia nariz ni boca. En su lugar encontré un hocico y boca de lobo.
Esto se le estaba yendo de las manos, era ya demasiado. Era una abominación. ¿Y que era lo peor de todo eso? Que allí estaba otra vez, amenazante y burlona. Si, la pluma negra. Su firma. Había sido eé, eso lo demostraba.
Ahí me di cuenta, de que estaba corriendo peligro...
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