Respiro de una forma casi imperceptible, relajada.
Por mi mente pasan mil y una cosa. Unas me hacen sonreír, otras para mi ya no significan nada, y otras que abren viejas heridas.
Repaso eso que me hace feliz, y todas tienen algo en común, y es, quizá, lo que menos me esperaba encontrar, un nombre, una cara, una sola persona... Él... Esa persona por la que daría todo, por la que mataría hasta conseguir ver en su rostro esa sonrisa que me enamora.
Abro los ojos y no veo más que oscuridad, me encuentro sola y perdida en un mundo donde no encuentro un hueco al que pertenecer... Pero, a pesar de ello, siento que puedo ser yo misma y que he encontrado mi lugar a su lado.
Una sonrisa leve surge en mis labios. Alegría que crece en mi interior y que entierra el dolor que hasta ahora sentía. Encontrar una razón por la que valía la pena luchar hasta el final. Aunque, posiblemente esto no cambiara a como hasta ahora era y siguiéramos siendo lo que hasta ese momento fuéramos.
No me importaba, sólo quería tenerlo cerca, de la forma que fuera y sentirme segura a su lado, protegida por sus brazos cuando el dolor vuelve a mí. Notar como él intenta hacerme feliz, sin para hasta que lo consigue.
Ponerme en pie, decidida a no volver a caer el las garras de la desesperación y luchar por lo que quería.
Había encontrado una razón por la que sonreír.
Había encontrado una razón por la que sonreír.