miércoles, 24 de julio de 2013

Vamos a calentar la silla #2

[...]
Sí, no bromeo contándoos esto. Cada vez que toco, o mismamente rozo, ese colgar, ese extraño trisquel celta aparecido bajo mi almohada, puedo ver el espíritu, alma, o como le queráis llamar, de los animales muertos.
Ralmente me di cuenta de esto al poco de tenerlo en la mano, puesto que, al girar la cabeza, allí estaba, el espíritu de mi perro, que había muerto hacía apenas unas semanas. Me observaba, con la langua fuera y moviendo el rabillo. Me asustara, y tirara el collar, y, la imagen de mi mascota muerta había desaparecico. Lo volví a coger para comprobar que aquello era real... Había tenido que repetir esto varias veces hasta asegurarme de que, en efecto, delante de mi se hallaba mi perro.
Podía verlo,  oírlo y mismo tocarlo, siempre y cuando mi piel estubiera rozando el trisquel.
Sentí la necesidad de hablar con mi nuevo primo, que me explicara que era ese colgante y por qué ahora lo tenía yo. Pero, para mi desgracia, mi tío estaba de viaje y no podría contactar con el hasta la semana siguiente. Mientras ese día no llegase, me dispondría a buscar por mi propia cuenta. Tanto en libros, como en Internet.
Esto era algo que mantenía oculto a mis padres, no se podían enterar de que, a causa de un collar, podía ver animales muertos, me tomarían por una loca. Asi que, no me quedaba más remedio que actuar con sigilo e ir a las bibliotecas con la excusa de buscar una información mayor que la que me daban mis libros e Internet para hacer trabajos de la escuela. Comenzaba ahora una pequeña aventura, no sabría si decir emocionante, en mi aburrida y monótona vida de adolescente. Pero, para no ser descubierta no me quedaba otra que actuar con sigilio y con inteligencia. Sabía que no podía contar con nadie.
Decidí que empezaría con mi búsqueda a la mañana siguiente, ya era tarde como para empezar ahora, y sería raro que mis padres me encontraran rebuscando entre libros a estas horas.
[...]

2 comentarios: