Lagrimeaba abrazada a un osito de peluche. En su vida se había sentido tan dolida, y todo a causa de lo estúpida que había sido. Si hace un par de semanas hubiera tenido el valor suficiente para expresar sus sentimientos, ahora no estaría llorando por la pérdida del chico que amaba, su mejor amigo, su confidente, su..., todo. Y ahora él estaba con otra, una chica que no sabría amarlo como ella lo haría, que no sería capaz de entenderlo como ella lo hacía y mucho menos aquella chica lo conocería tan bien como ella.
Sus ojos estaban ya rojos e hinchados, llevaba demasiadas horas llorando por un amor imposible y porque había decido alejarse de él para siempre. No soportaba verlo con otra, ver como abrazaba, besa y se reía con su novia. Era demasiado doloroso para cualquiera.
Su osito ya estaba mojado. Era la primera vez que derramaba tantas lágrimas seguidas. Era cierto lo que se decía de que el primer amor duele. ¿Cómo podía existir un dolor semejante? ¿Cómo alguien podía vivir con ello?
Tenía el móvil en la mano, releía viejas conversaciones con su mejor amigo, en la que no faltaban los "te quiero idiota", pero que ella decía desde el corazón, decía que lo quería porque así lo sentía. Miraba fotos en las que ambos salían, abrazándose o haciendo el idiota, demostrando la buena amistad que los unía. Pero, desgraciadamente, eso ya no volvería a ser así.
Tiró el móvil al fondo de un cajón, ya que era la cuarta vez en ese día que la pantallita del pequeño teléfono se iluminaba y aparecía la foto de su mejor amigo. No quería ni podía contestar a ninguna de sus llamadas o mensajes.
Para su desgracia, la vibración del móvil aún se escuchaba y sentía. Lo cogió y lo apagó, esta vez lo metió dentro de un cojín que dejó bajo su cama.
Miró por la ventana, fuera llovía, normal en un día otoñal como aquel. Ni dentro ni fuera de aquel cuarto brillaba el sol y eso hacía que se sintiera aún más desdichada. Estaba cansada. Cansada de sollozos y lágrimas. Debía superarlo, aunque jamás volvería a ser las cosas como antes, sin su complicidad y bromas que acababan en pequeños besos y abrazos.
Quizás si le hubiera confesado sus sentimientos hace tiempo, todo hubiera ocurrido de otra forma y ahora ella sería su novia y no aquella chica, Pero, desgraciadamente, algunas veces sí era demasiado tarde para decir las cosas y ella ahora lo sabía bien.
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