sábado, 30 de agosto de 2014

c) El motivo por el cual entré en la academia #2

El chico se encontraba sentado en las gradas, observando los demás entrenamientos. La demonio a la que tenía que matar no había perdido ninguno de sus combates y, por lo que había visto el chico, hasta que no la derrotaran, era contra ella con la que se tenía que entrenar. 
Era un entrenamiento cuerpo a cuerpo, sin armas o magia. Pues, si se usaba magia, saltaría una alarma avisando al profesor de ello, pero, para él, la directora apagaría esa alarma. Parecía que el informe que le había dado la directora estaba algo anticuado, aún así, el trabajo parecía fácil. El último oponente de la chica había caído en menos de dos minutos. Ya sólo quedaba él en pie.
-¡Tú! ¡El nuevo! ¡Es tu turno!- el profesor lo llamó y el bajó de las gradas- Señorita Night, no te pases con él.
-Claro profesor- la chica sonrió de forma cariñosa.
El mago se rió bajo, la chica iba demasiado de sobrada. Pero él era mucho más fuerte y rápido que el resto de alumnos. Al llegar miró al profesor y a la chica.
-¿Y bien? ¿Cuál es el nombre de mi nuevo contrincante?- le preguntó la chica, risueña.
-Hermida Owen, Hermi, por simplificar.
-Sam, déjese de presentaciones estúpidas y siga con el entrenamiento, que hoy llevas una buena racha de victorias.
La chica simplemente asintió y se alejó de Hermi, se puso en posición defensiva y realizó el saludo. El chico la imitó. En las gradas se encontraba la directora, que sonreía de una forma algo sádica y le asintió a Hermi, confirmando que no había problema de que usara magia. El chico sonrió de forma casi imperceptible. 
-¿A qué esperas, Hermi? No voy a ser yo la que empiece el ataque.

Esa forma de actuar de la chica aumentaba sus ganas de matarla, a pesar de que no la conocía sabía que era la típica chica a la que es fácil de odiar y difícil de aguantar. Miró fijamente a su víctima, la cual sonreía alegremente, sin moverse. Antes de atacarla necesitaba estudiarla detenidamente, al no ser una demonio completa, al parecer era mitad hechicera, su forma de atacar sería distinta a la de los demás demonios de su especie. Tenía un cuerpo bastante delgado y de una altura media, con lo que, suponía, que sería rápida y conocería bastantes llaves con las que defenderse pero sus ataques no serían demasiado fuertes.
Hermi corrió hacia ella para comprobar sus reflejos y rapidez, dispuesto a golpearle en la boca del estómago. La chica, cuando él ya estaba cerca, se movió hacia un lado y le asentó un golpe en el cuello, lo que cabreó al chico, pues el golpe había sido más fuerte de lo que esperaba. Volvió a intentar golpearla, pero estaba vez, usando la pierna derecha para darle una patada en la cabeza, pero su movimiento había sido demasiado lento y Sam se la agarró, lanzándolo lejos. Esta vez, fue ella la que aprovechó para atacarlo, pero Hermi se defendió y, finalmente, le clavó el puño en el estómago. 
Continuaron con los ataques durante unos minutos más, sin que ninguno pareciera rendirse o perder.  A ese paso se pasarían el día luchando hasta que uno cayera rendido. Era el momento de usar el hechizo matademonios que siempre usaba. Aprovechó el momento en el que la chica estaba en el suelo para usarlo. Clavó la mirada en ella y empezó a murmurar para si el conjuro. Sonriendo y sin dejar de lanzar el hechizo, comprobaba como la chica sufría el ataque mientras intentaba ponerse de pie. Sabría que con ella tardaría algo más en funcionar, debido a que era mestiza, pero, de momento, parecía que funcionaba.
En menos de un minuto la demonio se puso de pie, sus ojos tenían un tono morado, cosa que hizo que le joven mago se sobresaltara. En el informe no ponía nada de que la chica fuera la líder de un clan, pero, el color morado de sus ojos, la caracterizaba como tal. Finalmente, los ojos de la chica se volvieron rojizos. El chico salió disparado contra la pared por una fuerza invisible. El hechizo se había roto. La demonio, cabreada, lo golpeó, partiéndole de esa forma el labio, que no tardó en sangrar. 
-¡Tú! No se como has conseguido hacer magia sin que saltara la alarma, pero me encargaré de que me pagues este intento de asesinato, ¿está claro?- su voz sonó con fuerza, a pesar de que le estaba murmurando al oído.
El chico asintió y tragó saliva. Este trabajo le iba a costar más de lo que había pensado.
-¿Pero sabes qué?- la voz de la chica cambiara, al igual que el ambiente, que parecía más tranquilo y relajante. 
-¿Q-Qué?- murmuró el chico. Se sentía intimidado y seducido.
Alzó la cara del chico e hizo que la mirara a los ojos, los cuales ahora estaban en un tono muy claro, que no parecía marrón. Continuó hablándole con ese tono suave y seductor.
-No me volverás a intentar matar, ¿a que no?- el chico negó- ¿Sabes por qué? Porque me deseas. Y nunca harías daño a alguien que amas...
El chico negó y se dejó acariciar, mientras las manos de la chica rozaban la piel del chico. ¿Cómo podía haber intentado matar a aquella chica tan guapa? ¡No podía matar a la mujer que amaba!
-Así me gusta... Y... Por tu propio bien, no le dirás a nadie lo que ha pasado hoy- los ojos de la chica se volvieron normales cuando volvió a agredir al chico, el cual cayó al suelo.
-¡Excelente, señorita Night! Ninguna derrota hoy. Ya podéis iros a las duchas chicos. Espero que el entrenamiento de mañana sea algo mejor.
-Gracias, señor- la demonio se alejó con el resto de alumnos mientras, Hermi, se quedaba solo sobre las pistas de entrenamiento.
-¡Señor Owen! A mi despacho, ¡ya!- la directora le gritó antes de alejarse.
Por no matar a la chica que amaba, seguramente lo expulsarían...

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