Ya había registrado todas y cada una de las propiedades de su madre. Y como no, en ninguna había encontrado el menor rastro de Sam o de que hubiera estado allí alguna vez. No sentía su presencia, ni notaba su olor o la atracción que le producía su sangre. Era todo demasiado extraño. Era imposible que su chica no diera señales de vida. Y tampoco podía comunicarse con ella de forma telepática. Empezaba a estar harto de esa situación.
Se apoyó en el muro del edificio del que acababa de salir, pensativo y agotado, tanto física como mentalmente. Se le habían acabado las ideas de donde podía encontrarse su pequeña. Sólo cabía la posibilidad de que su madre la tuviera encerrada en algún lugar nuevo.
Se separó del muro. ¡Eso era! Seguro que su madre habría comprado algún almacén o algo así para tenerla controlada y encerrada. Y sabía muy bien quien podría ayudarlo.
Se hizo aparecer en la academia de su madre. Se dirigió al aula donde se impartía "Historia de la magia", si no recordaba mal, eso era lo que le tocaba en ese momento a su hermana pequeña. Ella era quien llevaba los temas de contabilidad y demás del internado.
Irrumpió en el aula sin llamar y se dirigió a su hermana.
-¡Shana! ¡Levántate y ayúdame a buscar a Sam!- empezó a tirar de ella hacia el exterior de la clase.
-Señor Arai. No puede llegar e interrumpir así mi clase. Y menos llevarse de ese modo a una de mis alumnas- el profesor hablaba sin levantar la voz, pero intentaba imponer autoridad con su tono.
El chico lo fulminó con la mirada, sus ojos estaban rojos. No tenía ganas de discutir, pues, no tenía tiempo que perder. Ignorando lo que el profesor decía se llevó a su hermana hacia el despacho de su madre, el cual se encontraba vacío. Shana lo miraba entre intrigada y preocupada.
-Taku, ¿qué pasa? ¿Por qué me sacas de esa forma de clase?
-¿Que qué pasa?- empezó a reírse de una forma nerviosa- Joder... ¡Lo que pasa es que nuestra madre ha secuestrado a mi novia!
-¿Que qué? ¿Sabes dónde la tiene?- el tono de su voz reflejaba su preocupación y el miedo que sentía por lo que pudiera estar pasándole a Sam. Sabía muy bien de lo que sería capaz de hacer su madre.
-Si lo supiera no estaría aquí, Shana... Necesito tu ayuda
-Te ayudaré en lo que pueda.
-Bien. ¿Nuestra madre ha comprado algo últimamente? Me refiero a un edificio o algo así.
-Espera que lo miro- su hermana encendió el ordenador del despacho de su madre. Manejaba el ratón y tecleaba de vez en cuando. Pasaron unos minutos hasta que sonríe y le ofrece una respuesta a su hermano-. Pues si. Nuestra madre ha comprado un almacén abandonado a las afueras de la ciudad. No muy lejos de aquí.
-¡Shana eres un genio! ¿Puedes escribirme la dirección?
Ella asintió y le escribió en un papel la dirección del almacén. Taku salió de allí corriendo, dirigiéndose a aquel lugar tras leer la dirección que le había proporcionado su hermana. Después de 20 días al fin estaba encaminado.
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