viernes, 4 de julio de 2014

3: Asustada

Al fin alguien la sacaría de allí. ¿Cuánto llevaría encerrada? Seguro que no había pasado más que un par de días, porque sino Taku ya habría ido en su busca.
El pomo de la puerta empezó a descender, lentamente, ésta se fue abriendo. Al no haber demasiada claridad no era capaz de saber a quién pertenecía esa sombra que se podía apreciar a través del hueco de la puerta. No pasaron muchos segundos hasta que quedó totalmente abierta y finalmente pudo ver quién era el que estaba al otro lado.
-¿Decepcionada, pequeña? ¿Esperaba que fuera el asqueroso de tu novio?- mientras hacía estas preguntas retóricas cerraba la puerta para que ella no pudiera lograr adivinar en dónde se encontraba encerrada.
Ella lo miró, ni se inmutó en contestarle, el único ruido que salió de su garganta fue el de un rugido, que expresaba todo el odio y la ira que sentía.
-Vamos, vamos, señorita Night, te haré pasarlo bien el tiempo que estés aquí encerrada, ¿o es que prefieres seguir jugando con ese asqueroso cuchillo?- la mira, con una sonrisa falsa, y le arrebata de sus manos ensangrentadas el cuchillo que había utilizado para eliminar aquellos excesos de sangre de su organismo- Yo mismo me encargaré de que sangres, tanto como quieras. ¿O preferías que fuera tu asqueroso novio quien lo hiciera, mientras mordía y chupaba la sangre de tu cuello?
Cabreada ya, la joven diablilla intenta romper las cadenas que cubrían sus manos. El hombre que había entrado a la celda se reía de ella, de una forma escandalosa y que la cabreaba aún más.
-No podrás romperlas, están hechas para poder soportar la ira de gente mucho más fuerte que tú, además, como ya te habrás dado cuenta, aquí tu magia no sirve, es una prisión mágica, para gente de tu calaña-escupía estas palabras con odio y en su cara ya no había ni rastro de aquella fría sonrisa-. Asquerosos mestizos, abominaciones que jamás deberían haber nacido.
Se tiró hacia él, pero las cadenas no le permitieron acercarse lo suficiente, estaba a apenas unos centímetros de su cuello, dispuesta a estrangularlo. Como respuesta a este impulso, aquel extraño la abofeteó con fuerza, de forma que de su labio comenzó a emanar sangre.
-¿Intentabas matarme, zorra?-sus ojos se nublaron y empezó a reírse de forma sádica.
Ella empezaba a estar asustada.

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