lunes, 14 de julio de 2014

5: Nostálgica

Seguían pasando los días y ella seguía encerrada en aquella maldita y mugrienta celda. Ahora incluso le había puesto cadenas rodeando su cuello y cintura. Todo aquello empezaba a consumir su energía. Se encontraba más débil y cansada que nunca.
Lo único que le permitía conservar su cordura eran los momentos vividos con Taku. Cerraba los ojos y enviaba su mente al lugar donde esos recuerdos se encontraban, un lugar muy alejado de allí...

Se encontraba acostada boca abajo en su cama, tapada únicamente por una fina sábana, que ni siquiera le cubría todo su cuerpo. Al poco nota como unas manos pasan lentamente por su espalda, como intentando no despertarla, pero ella ya lo estaba, con lo que se gira y le sonríe. Él le devuelve una sonrisa y la besa con ternura.
-Buenos días, princesa- su novio hablaba en voz baja y tranquila, sin dejar de sonreír.
-Buenos días, amor- ella, aún dormida, le contesta con la voz algo ronca y lo abraza con ternura.
Taku la aprieta a él y le besa su cabeza, Sam apoya la cabeza en los pectorales de él y sonríe. Le encantaba poder estar así con alguien como él. 
-Sam, tengo hambre... ¿Puedo?- dice mientras le aparta el pelo del cuello.
Ella asiente. Había pasado de odiar que le mordiera a gustarle e incluso excitarle. Taku acerca la boca a su cuello y empieza a lamérselo, tras ello la muerde débilmente, mientras sus colmillos iban perforando la piel de la chica y poco a poco de su cuello empieza a emerger sangre y él empieza a chupársela lentamente, disfrutando de su sabor. Sam tenía los ojos cerrados, mientras pega a Taku más a ella y le acaricia la espalda. Notaba como su sangre salía con calma por las dos pequeñas marcas de su cuello. No le preocupaba alimentarlo, total se recuperaría en cuestión de segundos, aunque ella no había empezado a hacerlo por gusto, sino porque, a pesar de que ahora ya no era así, su chico era bastante sanguinario y no soportaba ver como él hacía sufrir a otras chicas para poder alimentarse.
Pasan aún un par de minutos hasta que él despega los labios del cuello de la chica y le lame las pequeñas gotitas que quedaban en el mordisco. Tras ello, besa a su novia con ternura. Sam, a pesar de no ser un vampiro, había acabado por acostumbrarse a besar a su novio cuando sus labios aún tenían aquel regusto a sangre.
-Sabes que no es necesario que me alimentes, amor- le acaricia la mejilla.
-Lo sé, y sabes que me da igual.
-Te quiero, Sam.

Una bofetada demasiado fuerte la trae de vuelta, aquel estúpido la había sacado de sus recuerdos.
-No dejaré que tu mente se aleje y puedas conservar la cordura, zorra.
Ella lo mira, desafiante. Pero, realmente estaba cansada y se sentía nostálgica...

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