Sam miró a Gaziel y después a su novio. La joven demonio no tenía ganas de ir a la reunión con los Ancianos y los otros líderes del clan pero sabía que si no asistía todo iría peor.
-Taku... Quédate en casa con Gaziel y Nana y ve instalándote, mientras yo asistiré a esa reunión- dijo mientras se dirigía a la salida.
-Sam, no dejaré que vayas sola, iré contigo- la paró Taku cogiéndola del brazo.
-Amor... Eres un vampiro y como tal no puedes ir. Aparte de que a esas reuniones solo pueden ir los Ancianos y los líderes de los otros clanes y, como mucho, sus mujeres o maridos.
-Pero yo soy tu novio, así que iré.
-Sigues siendo un vampiro.
El chico resopló y posteriormente se rió.
-Pues voy como gato y oculto mi presencia para que no sepan quién y qué soy.
Sam, dándose por vencida, decidió aceptar.
-Está bien, amor, pero antes he de pasar por la casa de mi padre.
-¿A qué?
-A por la ropa de cuero. Aquí no tengo ninguna y ya sabes que es la que allí se utiliza.
-Cierto...
-Pues nos vamos ya chicos.
-Suerte Sam- la animó Gaziel,
-Gracias- dicho lo cual, Sama abrazó a su novio y los hizo aparecer en la casa de su padre.
Se dirigieron hacia el viejo cuarto de ella, una vez allí Sam se desnudó y se vistió su ropa de cuero.
-Odio este tipo de ropa, es demasiado ajustada.
Su chico le sonrió y tomando su aspecto de gato saltó hacia los brazos de Sam. Ella lo cogió entre sus brazos con fuerza y comenzó a acariciarlo, sin decidirse a salir. Tras un rato salió de la casa de su padre y se dirigió hacia el auditorio en donde tendría lugar la reunión. Caminó despacio, sin dejar de acariciar a su novio, se sentía intranquila y con miedo acerca de lo que le pudieran decir los Ancianos y los otros líderes de los clanes de demonios, por suerte para ella, contaba con su novio que la tranquilizaba. Tras un rato llegó al portalón del auditorio y se dispuso a entrar, aún sin estar demasiado preparada para las críticas y las burlas de los otros demonios.
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