-Eso solo lo dices para que te siga como un perrito faldero- le respondió Marc mientras se limpiaba la sangre que tenía en la boca.
-Por favor, me duele que pienses que soy tan simple.
La chica le sonrió y le guiñó un ojo, él la miró y su rostro se dibujó una minúscula sonrisa que no pasó desapercibida por Erica, mas no hizo ningún comentario al respecto.
-Anda, volvamos a tu casa, que aún nos queda mucho de lo que hablar.
Él asintió y, metiendo las manos en los bolsillos, comenzó a caminar hacia su casa. Erica lo seguía de cerca, en silencio y vigilando por si aparecía alguien.
Tras una largo rato llegaron a casa de Marc. La puerta de la misma estaba derribada. Nada más verla así, Erica y Marc corrieron hasta meterse dentro de la casa del chico. Los muebles y casi todas las cosas, estaban esparcidas por el suelo, la mayoría de las cuales estaban destrozadas. Los chicos se miraron mutuamente, incrédulos, no había estado tanto tiempo fuera como para que alguien pudiera haber dejado la casa de aquella forma.
-¡Mierda! Saben que he estado aquí- dijo Erica-. Marc, debemos irnos de aquí cuanto antes.
-¿Quién sabes que estás aquí?
-No hay tiempo para explicaciones Marc. Debemos irnos cuanto antes- insistió ella-. Ve y prepara una mochila con lo que creas que vas a poder necesitar y hazlo rápido por favor. Mientras, yo, echaré una ojeada rápida por las zonas cercanas, aunque dudo que encuentre nada.
Dicho esto la chica salió corriendo hacia la calle, dejando a Marc bastante confuso. Suspirando decidió hacer caso a Erica una vez más. Subió a su habitación y metió en una mochila todo el dinero que tenía, su cartera con la documentación y alguna que otra prenda.
Antes de salir a la calle para encontrarse con la chica que lo había metido en todo eso, echó un pequeño vistazo al lugar que había sido su hogar durante todos esos años. Sabía que no volvería en mucho y que, probablemente no podría volver jamás. Su vida había en apenas unos segundos y todo por culpa de aquella preciosa vampiresa.
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