Los chicos entraron en la casa y buscaron alguna habitación que estuviera preparada como para poder dormir en ella. Encontraron un par de habitaciones en donde poder descansar al final del segundo piso y, en ellas, dejaron sus bolsas.
Marc se cambió de ropa para ponerse algo más corto y cómodo para el lugar en el que se encontraban. El chico suspiró y miró por la ventana, aquel lugar era sumamente tranquilo y bello, le gustaba y, en cierto medida, le encantaba estar allí, mas echaba de menos su hogar y a los suyos.
Erica entró a la habitación y le sonrió.
-¿Quieres ver el jardín?
-Claro.
Juntos se encaminaron al exterior de la casa y caminaron tranquilamente por el jardín, la luna llena brillaba y daba luz al lugar aunque, con su nueva vista, no necesitaba luz para poder ver en la oscuridad. Siguieron caminando juntos y en silencio por el jardín de la casa, la hierba les llegaba más arriba de los tobillos, hacía tiempo que nadie cuidaba aquel sitio y se había asalvajado.
-¿Tardaran mucho en encontrarnos?- Preguntó de repente Marc.
-Espero que no. Aunque no noté que nadie nos seguía, procuré ir por caminos en lugar de carreteras y tomar el camino más largo para llegar hasta aquí y poder despistarlos en las curvas.
-Esto todo no me gusta. Y eso que aún no me he encontrado con nadie y solo me han revuelto la casa...
-Tranquilo- Erica le puso la mano sobre el hombro y le sonrió de forma tranquilizadora-. Estoy aquí para protegerte.
-Ya..., ¿pero quién te protegerá a ti?
-No necesito que nadie me cuide, cielo.
-Erica... Con este cuerpo debilucho, aunque tu me protejas, no siempre estaremos juntos.
-Eso no es cierto, no tengo pensado separarme ni un segundo del Elegido.
-Sabes que eso no va a ser así.
-Puede.
-Necesito que me entrenes, a pesar de que no te he visto en acción, si que me he fijado en los músculos de tu brazos, pareces fuerte y, por lo que me has contado, sé muy bien que estás preparada para eso.
La chica lo miró a los ojos y reflexionó sobre si entrenarlo o no. Era cierto que el chico no tenía un gran cuerpo, ni mucho menos estaba musculado, se notaba que Marc disfrutaba más de estar en el sofá jugando con videojuegos que haciendo un poco de deporte. Pensándolo bien no sería mala idea entrenar al chico por si ella no estaba y, si eran ambos los que podían luchar, todo sería más fácil. Al rato ella volvió a hablar.
-Está bien Marc, te entrenaré.
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