Había pasado ya varias horas desde que Erica arrancara el coche y empezara a conducir y desde hacia algunas cuantas que ambos no hablaban, el único ruido que había en aquel vehículo era la música que salía de la radio. Aún pasó un largo rato hasta que Erica volvió a hablar y se fijó en que su compañero de viaje se había quedado dormido.
-Marc, cielo, despierta- le dijo mientras le sonreía.
Él la miró aun medio dormido se fijó en que el paisaje que les rodeaba era totalmente diferente al que estaba acostumbrado. A lo lejos se percibía el azul casi transparente del agua y a su alrededor todo era vegetación, ya no estaban en la ciudad, allí nadie los conocería, le parecía un lugar tan hermoso y tranquilo para vivir...
-¿Dónde... Dónde estamos?- Le preguntó.
-Solo tienes que saber que estamos muy lejos de tu casa. A menos de 10 kilómetros hay una vieja casa de campo que pertenecía a mi madre.
-¿Pero esa gente que te busca no sabe de su existencia?
-No, ellos solo conocían la residencia en la que vivía con mi padre. Esta casa era de cuando mi madre era humana, de varios años antes de conocer a mi padre. Depués ambos se mudaron a otra casa, una anterior a la de ahora- suspiró antes de seguir hablando, le resultaba algo doloroso hablar de aquello por tanto recuerdos que le venían-. Muchos veranos los pasábamos aquí, lejos de nuestro mundo, fingiendo ser unos simples humanos, como el resto de personas de este lugar. Y mis abuelos... Eran los únicos que sabían en lo que se había convertido mi madre y, por raro que parezca, lo aceptaban y nos trataban tan bien...
-Erica... ¿Qué le pasó a tu madre?
-Bueno...- miró a la carretera por no encontrarse con la mirada del chico-. Murió hace ya varios años. Su muerte fue muy dolorosa para mi padre y para mi. No esperábamos que enfermara.
-¿Enfermar? ¿Los vampiros enferman?
La chica se rió antes de responderle.
-Sí. Pero esto solo ocurre desde que los cazadores empezaron a jugar con la ciencia en busca de un virus que nos pudiera infectar solo a nosotros. Seguimos en busca de una cura, pero de momento no hemos encontrado nada. Los muy cabrones son muy buenos. Y antes de que lo preguntes, sí, yo participaban en su búsqueda, aparte de la preparación que tengo para poder defender, adoro la ciencia.
El chico le sonrió, le gustaba la confianza que parecía darle a la chica, ya que si tenía que pasar tiempo con ella, por lo menos saber algo sobre su vida, porque él estaba seguro que Erica ya sabía todo de su vida. Y no se equivocaba.
Tras un rato conduciendo Erica aparco el coche en frente de una vieja casa de campo, a pesar de su antigüedad se encontraba bien conservada y cuidada. El terreno que la rodeaba era verdoso, con un pequeño estanque en la zona posterior. El jardín estaba decorado con flores, un columpio y una mesa de picnic. Toda la casa desprendía una sensación de tranquilidad, algo que ambos vampiros necesitaban.
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