Los chicos dormían desnudos y abrazados en la misma cama. A aquel beso inesperado le siguieron otros, cada uno de ellos más apasionados que el anterior. Poco a poco, les fue sobrando la ropa, de la cual se iban desprendiendo como podían, tirándola allí donde se la sacaban. Cuando llegaron a la cama de Erica ya a ninguno le quedaba sobre su piel el menor rastro de tela. Él tiró a la vampiresa sobre el duro colchón y, poniéndose sobre ella, le acabó haciendo el amor de una forma lujuriosa mientras, ella en medio de la excitación, mordió al joven repetidas veces, bebiendo de él apenas unas gotas de sangre con cada dentada y eso, en lugar de pararlo o molestarlo, lo encendía aun más en la cama, resultando un juego intenso y agotador.
Siguieron durmiendo hasta que el sol comenzó a molestarles. Marc se levantó de un salto y cerró con rapidez la ventana.
-Joder... ¡Cómo me molesta hay el puto sol!- Gruño molesto y se volvió a acostar abrazando a la vampiresa.
-Sí... Hay días que la luz nos molesta más- le respondió ella sin quitar se cara de debajo de la almohada.
El chico se rió y empezó a besarle la espalda. Hoy no le apetecía entrenar, aunque estaba seguro de que Erica le obligaría a salir de cama y seguir con su entrenamiento. A pesar de lo que el chico se había imaginado. no tenía agujetas ni dolor de ningún tipo pero, estaba seguro de que eso debía a su nueva condición como vampiro, bueno, aunque por lo que le había explicado Erica aquella tarde, no era un vampiro completo, sino que aún era medio humano.
-Venga, chico guapo, deja mi espalda tranquila. Que tenemos mucho que hacer.
Él suspiró y se separó y ella, riéndose por lo bajo, le dio un pequeño beso al chico.
-¿No eras tú el que quería entrenar para poder defenderse solito?- Le preguntó divertida.
-Sí...
-Pues venga, vamos a la cocina, que de seguro que te mueres de hambre.
Los chicos se vistieron ropa deportiva y bajaron a la cocina. Realmente Marc no tenía demasiado apetito, por lo que se preparó una buena taza de café con un par de tostadas.
El entrenamiento de hoy comenzó por una pequeña carrera por el pueblo, lo que les sirvió a ambos de calentamiento. Para seguir prosiguieron por donde lo había dejado ayer, en un combate cuerpo a cuerpo.
Siguieron con el entrenamiento hasta bien entrada la noche, con apenas un par de descansos de media hora para que Marc comiera un poco.
Agotado, el chico se dejó caer de rodillas sobre la hierba del jardín, Erica sonriendo y satisfecha por el trabajo conseguido aquel día, le regaló un pequeño beso en los labios.
-Elegido, creo que es hora de ambos vayamos de caza. Hace dos días que no pruebas la sangre y, con todo este esfuerzo físico, te sed debe de haber aumentado notablemente, a parte de que no es bueno no alimentarse regularmente.
Él se limitó a asentir y a alejarse corriendo a gran velocidad, dejando que sus instintos y sentidos más animalescos lo guiasen. La vampiresa lo seguía de cerca, pues ella también empezaba a tener sed, ya que la poca sangre que había tomado mientras se acostaban no era suficiente como para saciarla.
El chico siguió el rastro de un animal, el cual no tardó en encontrar y se abalanzó sobre él, clavándole los colmillos sobre la yugular y comenzando a beber con ansia. Una vez se hubo saciado, dejó el cadáver del animal a un lado y empezó a buscar a Erica. Seguir el rastro de su compañera era bastante más difícil que seguir el de un animal, ella sabía moverse sin dejar huellas. Marc caminaba despacio, intentando localizarla, pero por más que lo intentaba, no encontraba nada que lo ayudase a guiarse.
Tras un rato y desesperado por no encontrarla, empezó a llamarla a gritos.
-Ay guapo- se rió la chica que aparecía detrás de él-. Vamos a tener que practicar esto de seguir huellas.
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