Había pasado ya varias semanas desde que los chicos se encontraban en la vieja casa de campo de la familia de Erica. En aquel tiempo los dos vampiros habían aprovechado el tiempo para entrenar. Marc fuera mejorando día a día y, con el paso del tiempo, ya lograba vencer a Erica, aunque eso rara vez ocurría. A su vez, su cuerpo también había cambiado, pasara de tener un cuerpo delgaducho a uno fuerte y musculado, sus reflejos eran increíbles y había aprendido a encontrar sin dificultad el rastro de la vampiresa, tardando apenas unos segundos en ser capaz de encontrarla.
La relación de ambos había mejorado, el haber pasado tanto tiempo juntos les había permitido conocerse muy bien el uno al otro y se tenían una confianza mutua, convirtiéndose rápidamente en pareja.
Los chicos se encontraban en el jardín a punto de terminar su entrenamiento diario, ese día habían entrenado más que de costumbre. De pronto, la joven se detuvo de golpe, sentía como si algo o alguien los estuviese observando.
-Erica, ¿qué ocurre?- Le preguntó Marc extrañado de que su chica se hubiera para de golpe.
-Calla por favor, creo que alguien nos vigila.
Sin que al chico le diera tiempo a responder, un par de sombras se abalanzaron sobre ellos. Eran un par de vampiros de ojos rojos, con los colmillos muy afilados y entrenados para matar.
Los chicos se defendieron como pudieron, sus atacantes eran difíciles de aplacar, no tenían límite, les daba igual que sus víctimas muriesen con sus golpes. Erica se encargaba del más grande y poderoso de los vampiros enemigos, por como se movía sabía que era uno de los guardaespaldas del nuevo rey de los vampiros y creía saber cuál era su punto débil. Agachándose y con un movimiento rápido, logró zafarse de su adversario y aprovechando su lentitud, se colocó detrás de él y le partió el cuello, tras eso, le arrancó la cabeza y se dirigió hacia Marc para ayudarlo.
El chico se defendía como podía, su contrincante era mucho más poderoso y le daban la mayor parte de los golpes que el viejo demonio daba, él, en cambio, pocas veces acertaba. Aprovechando que el vampiro estaba distraído con Marc. Erica se abalanzó sobre él y le arrancó la cabeza.
-Ve a por nuestras cosas mientras los quemo, ¡rápido!- Le ordenó la joven.
El chico asintió y salió corriendo hacia la casa. Mientras, ella, acercaba los dos cuerpos y les prendió fuego.
En menos de cinco minutos su cuatro por cuatro corría a gran velocidad por la carretara que llevaba a la salida del pueblo.
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